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Oliverio Girondo > Prosa y Poesía con traducción al italiano

CALLE DE LAS SIERPES  del Libro “Calcomanías” 1925
                                    a  Ramón Gomez de la Serna

Una corriente de brazos y de espaldas
nos encauza
y nos hace desembocar
bajo los abanicos,
las pipas,
los anteojos enormes
colgados en medio de la calle;
únicos testimonios de una raza
desaparecida de gigantes.

Sentados al borde de las sillas,
cual si fueran a dar un brinco
y ponerse a bailar,
los parroquianos de los cafés
aplauden la actividad del camarero,
mientras los limpiabotas les lustran los zapatos
hasta que pueda leerse
el anuncio de la corrida del domingo.

Con sus caras de mascarón de proa,
el habano hace las veces de bauprés,
los hacendados penetran
en los despachos de bebidas,
a muletear los argumentos
como si entraran a matar;
y acodados en los mostradores,
que simulan barreras,
brindan a la concurrencia
el miura disecado
que asoma la cabeza en la pared.

Ceñidos en sus capas, como toreros,
los curas entran en las peluquerías
a afeitarse en cuatrocientos espejos a la vez,
y cuando salen a la calle
ya tienen una barba de tres días.

En los invernáculos
edificados por los círculos,
la pereza se da como en ninguna parte
y los socios la ingieren
con churros o con horchata,
para encallar en los sillones
sus abulias y sus laxitudes de fantoches.

Cada doscientos cuarenta y siete hombres,
trescientos doce curas
y doscientos noventa y tres soldados,
pasa una mujer.

Sevilla, abril 1923.

 

VIA DELLE SERPI

Una fiumana di braccia e di spalle
ci incanala
e ci fa sfociare
sotti i ventagli,
le pipe,
gli occhiali enormi
appesi in alto in mezzo la strada,
unici testimoni di una razza
scomparsa di giganti.

Seduti sulla sponda delle sedie,
come stessero per spiccare un salto
o mettersi a ballare,
i soliti clienti del caffé
plaudono l'attiviti del cameriere;
intanto i lustrascarpe nettan loro gli stivali,
finche c'e luce a leggere
il programma per le corridas domenicali.

Con le facce da mascheroni di prua
-l'avana fa le veci di bompresso-
i possidenti entrano
negli spacci di liquori,
a farla a pugni con gli argomenti
come entrassero a fare strage;
e, i gomiti sui banconi
che sembrano barriere,
offrono ai presenti
la bestiola imbalsamata
che sporge il muso dalla bottiglia.

Chiusi ne'loro mantelli, come toreros,
entrano i preti nelle barbierie
a radersi davanti quattrocento specchiin fila,
e quanto escono in istrada
han di nuovo una barba di tre giorni.

Nelle sale calducce
dei circoli borghesi
la pigrizia circola
come in niun altro luogo
e i soci la ingeriscono
con biscottini e orzata
per inchiodar nei seggioloni
le loro abulie e le loro lassezze di fantocci.

Per ogni deucentoquarantasei galantuomini,
trecentododici preti
e duecentonovantatre soldati,
pasa una donna.

 

PAISAJE BRETON
del libro “Veinte poemas para ser leídos en el Tranvía

Douarnenez,
en un golpe de cubilete,
empantana
entre sus casas como dados,
un pedazo de mar,
con un olor a sexo que desmaya.

¡Barcas heridas, en seco, con las alas plegadas!
¡Tabernas que cantan con una voz de orangután!

Sobre los muelles,
mercurizados por la pesca,
marineros que se agarran de los brazos
para aprender a caminar,
y van a estrellarse
con un envión de ola
en las paredes;
mujeres salobres,
enyodadas,
de ojos acuáticos, de cabelleras de alga,
que repasan las redes colgadas de los techos
como velos nupciales.

El campanario de la iglesia,
es un escamoteo de prestidigitación,
saca de su campana
una bandada de palomas.

Mientras las viejecitas,
con sus gorritos de dormir,
entran a la nave
para emborracharse de oraciones,
y para que el silencio
deje de roer por un instante
las narices de piedra de los santos.

Douarnenez, julio 1920.

 

PAESAGGIO BRETONE

Douarnenez,
con un tiro di bussolotti,
impantana
fra le sue case come dadi,
un frammento di mare,
che ha un odor di sesso da svenire.

Barche ferite, in secca, con alghe attorcigliate!
Taverne che cantano con voce d' orangutan!

Sui moli,
mercurizzati dalla pesca,
marinai che si aggrappano alle braccia
per imparare a camminare,
e vanno a sbattere
con un abbrivo d' onda
alle pareti;
donne salubri,
iodate,
occhi acquatici, chiome d' alga,
che rammendano le reti appese ai tetti
come veli nuziali.

Il campanile della chiesa
in un gioco di prestigio
fa uscire dalla campana
uno stormo di colombe.

Intanto le vecchiette,
con le loro cuffie da notte,
entrano nella navata
per ubriacarsi di orazioni,
e perché il silenzio
smetta di corroyere per un istante
i nasi di pietra dei santi.

Douarnenez, luglio 1920

 

Norah Lange

Norah Lange