Norah Lange > Autobiografia
Nací en Villa Mazzini, en la calle Tronador y Pampa. Soy por lo tanto argentina, esto dicho a trueque de causar desconcierto entre ciertos noruegos generosos de nacionalidad, y por cuyo parrafito se descubre la ascendencia noruega.
A cuatro años de mi nacimiento, fui transportada con todos los míos a Colonia Alvear, en Mendoza, donde vivimos seis años ágiles y dichosos, teniendo la Cordillera como una de las únicas lejanías diarias y precisas que atreven a arrimarse un poco en belleza, a los graves incendios que se ven desde Villa Mazzini.
Cuando tenia diez años, murió mi padre, y la pena nos devolvió a la calle Pampa. Cinco años, después, inmerecidos de contarse. Luego, a los quince, conocí a Norah y Jorge Luis Borges, Francisco Piñero, Roberto A. Ortelli, González Lanuza. Me obsesioné de entusiasmo, escribí y publiqué La calle de la tarde, para cuyo libro y para mi, Jorge Luis Borges, oficio de único maestro.
Luego vinieron otros nombres que están siempre en mi recuerdo, y amanecieron otros horizontes. Horizontes que hoy son claros y transitables y dichosos como la misma calle Tronador.
He colaborado en las revistas "Proa" y "Nosotros", y creo que en "Alfar" y "Vértice" y otra más de España, y también en la "Revista Oral" que dirige el bien conocido Alberto Hidalgo; y ayer nomás apareció mi segundo libro de versos Los días y las noches.
Hacen dos años, un sábado, vino Jorge Luis Borges acompañado de un amigo que traía su libro "Kindergarten". El amigo era Paco Luis Bernárdez, cuya amistad se ha repartido entre todos los que saben de Tronador y Pampa. Después vino Xul Solar.
Actualmente mi vida es la espera dichosa del libro que saldrá, y otra más: la de vivir, como Ruth, toda la semana, en lenta pregustación del sábado, cuya tarde se alumbra de golpe con las presencias de Georgie, Paco Luis, Xul Solar; y un poco de cariño más que todos los tangos que hemos ennoblecido juntos.
Algo que no debo olvidar: tengo veinte años.